martes, 16 de marzo de 2010

Hablemos de periodismo

Una prensa libre es una prensa para la democracia. Sin libertad de expresión se reduce nuestra capacidad de ver y entender el mundo. Sin duda, en los países latinoamericanos y especialmente en Colombia, la libertad de opinión en el oficio periodístico atraviesa por un momento crucial, no solo por el rastro histórico de impunidad en los asesinatos a nuestros colegas sino también porque la función investigadora y vigilante del poder propia de esta profesión se ha visto acallada por las amenazas y señalamientos del gobierno y de agentes externos, llevándonos a situaciones de represiones y autocensuras. Esta realidad que involucra al periodista junto a otros factores como el poder, los intereses, el miedo o a veces la indiferencia, la falta de profundización y rigurosidad en su trabajo, atacan directamente la integridad del oficio y al fin mismo de entregar la información necesaria a la sociedad sobre aquellos temas urgentes que emergen del panorama político, económico y conflictivo del país. Desde esta perspectiva es determinante hacer una mirada al papel que nos corresponde a la luz de la calidad periodística teniendo como eje la situación de conflicto armado colombiano siendo un tema de primer orden y que implica, más que cualquier otro, un tratamiento responsable.


Si bien, la calidad en términos periodísticos mide la eficacia de la información y la coherencia entre los intereses informativos del público y la entrega oportuna de la misma por parte del periodista que se vale de sus principios éticos y profesionales. Tanto el periodista como el medio, según Juan Forero, corresponsal del Washington Post, el periodismo: “debe darle voz a las víctimas del conflicto, entendiendo por esto la contraposición de intereses y opiniones que se manifiestan por medio de la violencia”; para Ibar Aibar reportero de la Agencia Reuters es válido ver a los medios como ese soporte que permite la expresión de aquellos que, en condiciones de conflicto denuncian y exigen cambios, sin embargo, señala que: “ es increíble ver que tantas muertes y desapariciones no son noticia acá”, lo que muestra una vez más cómo la sociedad se ha insensibilizado ante su realidad y cómo el periodismo a veces da prioridad a la inmediatez o a los intereses comerciales antes que a lo verdaderamente sugerente y relevante, esto es, lo que nos hace ser humanos:“el trabajo del periodista es dar voz al que no la tiene y usar su inteligencia para hacer llegar estos temas”. Siguiendo la misma línea, Karl Penhaul corresponsal para CNN, revela que en el trabajo diario de las empresas periodísticas en su afán comercial, la muerte cobra un sentido banal: “un muerto no importa, pero si son más, sí” y es allí justamente donde se deben asumir nuevos retos profesionales para estar en capacidad de contextualizar la realidad sin darle muchos matices grises.

Estos periodistas que tienen la responsabilidad de mostrar y dar una versión cercana sobre el conflicto colombiano a públicos de distintas partes del mundo convergen en que los nuevos desafíos del periodismo están marcados por una alta calidad informativa que exige nuevos lenguajes, nuevas formas de contar las historias detrás del drama social y contextos claros para entender las lógicas de esta guerra prolongada, que evidentemente en la mayoría de los medios nacionales se cuentan de forma parcializada y dejan de lado muchos interrogantes. Así, un claro propósito del periodismo, en palabras de Juan: “es contar lo más significativo, lo que le ayuda a entender a la gente cómo es Colombia”. De otro lado, los corresponsales señalan cómo los medios nacionales se convierten fácilmente en reproductores de declaraciones, de cifras y no en centros de análisis y crítica, hay por lo tanto, una ausencia de diversidad.

No obstante, el tema de calidad periodística, libertad de expresión y conflicto también es discutido por periodistas colombianos, tal como Ignacio Gómez quien no niega la tendencia actual de los medios nacionales a tener una misma orientación por efecto de las presiones económicas y políticas a las que están sumergidos. Aun así, considera que “la libertad, está en la cabeza, no tenemos porqué tener una versión unánime de las realidad (…) faltan medios de comunicación y faltan esfuerzos de la gente por contar las historias que hay que contar”. En cuanto al conflicto, el periodista de Noticias Uno considera que “No hay garantías reales para cubrir el conflicto armado desde la perspectiva de las víctimas” pues las constantes pugnas del gobierno y la situación de violencia colombiana no permiten un pleno desarrollo del trabajo periodístico, por lo tanto la calidad se afecta. Por su parte, el periodista Alfredo Molano, reconoce que la mayoría de los medios nacionales emprenden su labor desde las versiones oficiales y hay un vacío periodístico por no atreverse a conocer otras versiones. “La judicialización y las amenazas conllevan al exilio” siendo formas de silenciar aquellos que con esfuerzos se arriesgan hacer público las irregularidades del poder.

Esta mirada de algunos periodistas a su profesión pone en evidencia los intentos que actualmente se hacen por asumir un rol más crítico que logre profundizar en los contenidos y examine los métodos para acceder y publicar una información, contrastando con la creciente polarización mediática y la tendencia generalizada a ver los vasos medios vacíos. La calidad periodística puede medirse desde distintas acciones: la verificación, la independencia frente al poder, la lealtad al público, el respeto pero también como lo muestra la periodista Jenny Manrique la calidad, está presente en la preparación profesional para hacer reportería, para escribir una noticia y relatar los sucesos de un tema, que en el caso del conflicto armado merece de un trato especial. Desafortunadamente, como lo señala Manrique “no hay garantías de seguridad para el periodista de conflicto, no hay preparación para entrevistar a las víctimas” sin embargo, el periodista por sus propios medios puede formarse y evaluar su nivel profesional en términos de calidad periodística, en tanto puede proponer pequeñas salidas, tener rigor en su investigación y contar con la astucia suficiente para narrar lo que ocurre con total veracidad e intensidad. Tal como lo dice Germán Rey el oficio del periodismo es “representar en público los vaivenes y las tensiones de una sociedad, mostrar la vida de sus protagonistas comenzando por los más invisibles, percibir las fisuras que anuncian conmociones aún más duras en las relaciones humanas o en la convivencia social”. (2004)

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