miércoles, 14 de abril de 2010

Anécdota

Ya era costumbre que Sandra Castro tomara el mismo bus rojo y destartalado a las tres y media de la tarde, hora en la terminaba de dictar clases. Siempre fue la primera pasajera y trataba de sentarse en la penúltima silla para que nadie la molestara. Poco a poco se fue llenando el bus, pero no había pasajeros de pie. De repente, un gamín se subió por la puerta de adelante y con la punta de la registradora rompió una botella. Todos en el bus quedaron atónitos. Sandra, trató de esconder el bolso y empezó a rezar. El gamín, con cara de malgenio, les dijo:- buenas tardes-, pero nadie atendió a su saludo, todos miraban por la ventana evadiendo al personaje y su desagradable olor.- ¡Qué buenas tardes les dije! qué pareceros, ¿es que no piensan responder?- y la mayoría, como si fueran alumnos de primaria, respondieron al maestro con temor.


Una mujer, en medio de su nerviosismo, le pidió al hombre que se llevara sus cosas y la dejara bajar del bus, pero él les advirtió que ninguno podía moverse de donde estaba. Para ese momento no había duda de que se trataba de un robo, pero bastaron dos segundos para que los pasajeros se dieran cuenta que de su chaqueta vieja sacaba un palo de escoba y de repente, como si se tratara de una puesta en escena, el gamín empezó a cantar al estilo del heavy metal una canción de Juanes. Exigía aplausos y todo tipo de alabanzas que terminaron cuando él decidió regalarle su micrófono a Sandra Castro y se despidió diciéndole:- nena, nos vemos en una próxima gira.

Así el bus quedó en silencio.

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